sábado, 5 de septiembre de 2015

Cuando en el camino se cruza algún pero...

Interpretaciones Culturales, Woody Alllen, Manhattan


Nació el pasado otoño en Barcelona. Se gestó tras un paseo nocturno, la noche en que redescubrí el cine de Woody Allen. Tan sólo hizo falta volver a escuchar las melodías de Gershwin asociadas a la fotografía de Manhattan para que despertase en mí la sensación de una nostalgia imperecedera. No moriría aquella sensación, pero sí lo haría aquella etapa en la que el rencuentro con el cine y la literatura prometía un futuro esperanzador. Poco a poco esa esperanza se fue perdiendo, hasta quedar reducida al deseo de no dejarla marchar. Pero atrás quedaron esos días, de los que guardo en la retina imágenes memorables. Hoy los recuerdo en estos versos, de nuevo en otoño. Y en ocasiones me pregunto si días así volverán a ser para mí… 


Llegué tarde
Sin querer,
Sin remedio.
Caminé sin cesar
Largas calles,
Lo conocido se hizo inhóspito
Y la voluntad, recuerdo.

Sin pensar
Di con mis pies
Frente a esa puerta.
Tras el cristal
La sala vacía
Aguardaba la venida…

Pero mi visita
No estaba prevista,
No esta vez…

Y ahora
Vuelvo tarde
En silencio.

Deambulo bajo el frescor
De húmedas ramas,
Frío y distante me alienta
A cruzar la calle

De altos edificios
Oigo tristes melodías
Tal vez se apaguen
Al rozar el suelo

Oscuro se hace ya
Para esta luz azulada,
La ciudad dormita…

No llego a casa,
No esta noche… .






viernes, 4 de septiembre de 2015

Si no es nuevo y nunca envejece, entonces hablamos de Llewyn Davis

Interpretaciones Culturales, Llewyn Davis


Leyendo una breve composición que escribí hace días, me preguntaba qué es lo que hace que uno reflexione sobre su vida. Si son las circunstancias, el entorno, el peso de las relaciones, o aquello que deseamos que pase pero simplemente no llega.

Echando la vista atrás, comencé a hacer memoria de lo vivido; de las primeras impresiones que saltaron a mi mente, fueron el fracaso y la decepción lo que con más intensidad recordé  Ambas me han proporcionado, interpreto, el bagaje existencial necesario para observar el mundo con cierta perspicacia. En aquella ocasión, antes de escribir el poema, experimenté una sensación curiosa. Como si fuera un personaje en tercera persona, vi pasar mi trayectoria vital como una película de escenas interminables. De repente, me sentí el resultado de una obra inacabada.

Unos versos más tarde, reflexionaba sobre la vida del artista: pensaba en cómo afrontará los días, cómo vivirá en la rueda cíclica del tiempo, cuál serán sus expectativas como creador, etc. Inmersa en la contemplación de estas cuestiones, surgió de la memoria la imagen de un personaje dotado de una singularidad y peculiaridad genuinas. Se  trata de Llewyn Davis, obra y gracia de los hermanos Coen.

Como espectadora con un mínimo de sensibilidad, diría que es su naturaleza errante y caótica lo que me atrae al instante. Sin rumbo y en compañía de su guitarra, intenta abrirse camino como artista; pero no al ritmo que marca el oportunismo del que gozan algunos de sus compañeros, sino al son de tristes melodías y a la sombra de un fracaso que parece alargarse irremediablemente.  




Más allá de esta primera impresión, quisiera desarrollar una interpretación más profunda. Por eso planteo lo siguiente: ¿qué es lo que define a Llewyn Davis como artista? Podría decirse que el deseo de mostrarse fiel a sí mismo es el motor  del personaje. Se desarrolla en un entorno en el que se busca el respaldo de un proyecto musical, por lo que el riesgo de caer en la mediocridad es considerable. Llewyn intenta establecerse, pero sin sacrificar su estilo en aras de la auto conservación porque su fin como artista se aleja del entretenimiento. Se aproxima, más bien, a la concepción del artista como intérprete de la vida: se nutre del dolor vital para hacer de la experiencia una obra de arte. Esta manera de sentir su profesión muestra el riesgo en particular que corre, pues opta por vivir en la incertidumbre de un devenir que probablemente le relegue a la soledad de los cafés.



Interpretaciones Culturales, Llewyn Davis


Este deseo ciego de seguir el camino escogido me hace pensar que Llewyn no es un artista caduco. Por obstinación y voluntad, diría que trasciende cualquier limitación temporal. Es decir, el objetivo no pasa por subirse al tren de la moda, sencillamente porque no hay objetivo. Ante esto, su autenticidad como artista reside en la ausencia de una meta final. Sin una proyección futura del éxito, Llewyn muestra su reto personal al hacer del momento su mayor logro.



Y es en este último punto en el que me gustaría hacer referencia a los versos que compuse.  Este fue mi pequeño logro…




Tan inciertos como
El canto del ave que
Intermitente, acude a mí

Así transcurren mis días
Con la ventana abierta
A la llamada del devenir…