domingo, 28 de agosto de 2016

Creaciones universitarias: composiciones a medio camino


Interpretando la realidad literaria



Campos Ubérrimos, creaciones universitarias, interpretaciones culturales



Haciendo referencia a la entrada anterior, he rescatado de la memoria una pequeña composición literaria que tuvo sus orígenes en This Side of Paradise. Después de vivir el primer verano universitario –y tras unas cuantas lecturas inspiracionales– sentía que comenzaba a despertar en mí una inquietud por escribir, por interpretar la realidad y contexto en que me movía y, por decirlo de alguna manera, imprimir mi sello en aquellos días. Fruto de esa efervescencia literaria en la que estaba inmersa, nació el poema que adjunto más abajo. A día de hoy no tiene título, por aquel entonces no quise dárselo. No era mi intención enjaular aquellos versos, precisamente por la espontaneidad con que se manifestaron…


Paredes blanquitas, paredes bonitas... 
Y entre tanto enclaustro 
la boca que grita
¡repetid conmigo: eins, zwei, drei...!

Por la ventana
se contempla la escena:
Hojas al viento,
Aves que vuelan...

...¡eins, zwei, drei...!

Sin rumbo, sin destino
Golpean los cristales
Rompen el silencio
Agudizan el ingenio...


Bajo el farol ceniciento 
            Habita su morada
           Allá donde las aves nunca mueren…


Maraña de pensamientos,
De mentes agitadas,
De futuros inciertos...


            Quiero emigrar, quiero volar lejos...


¡callaos! ¡repetid de nuevo: eins, zwei, drei...!


Y entre tanta confusión y hastío
de morfemas, lexemas 
y fonemas

Se encuentra el ojo distante 
La mente que precisa
La conciencia que dicta 
La mano que escribe este poema.




miércoles, 17 de agosto de 2016

Interpretaciones culturales: This Side of Paradise


Acordes de nostalgia... A este lado del paraíso


Interpretaciones culturales This Side of Paradise


Pocas obras me han hecho sentir de una forma tan cercana la desnudez del personaje. Dejo a un lado el compendio de pequeñas manías, gustos y comportamiento que le define para centrarme en aquello que trasciende su ficción. Ese algo que le caracteriza y humaniza, que le eleva y destruye como a cualquier otro individuo.

Se construye la personalidad página a página, forjada sobre cimientos inestables próximos a derrumbarse ante la gélida caricia del destino. Como el alzamiento de un gran edificio, resplandece en los albores de la vida, pero con el paso de los años sufre el desgaste del tiempo dejando tras de sí lo que permanece en esencia: el recuerdo de algo que fue (y es) hermoso.

De esta naturaleza romántica nacen las impresiones que aún perviven en la memoria. Probablemente se me hayan olvidado algunos pasajes o detalles de la narración, pero lo que no desaparece es el carácter anhelante que subyace: el deseo de capturar lo esencial del momento y hacer que forme parte de uno mismo. Es en este aspecto donde empatizo con Amory Blaine.

Hace unos veranos, cuando leí por primera vez This Side of Paradise, experimenté una sensación agridulce: por una parte, sentía satisfacción ante el placer que me proporcionaba su lectura. Por otra, cierto temor a terminarla. Desde un punto de vista egoísta, no me preocupaba tanto el devenir del protagonista como el hecho de que finalizara en sí una gran experiencia: la impresión e influencia que su lectura ejercía en mi pensamiento e interpretación vital. No llegó a hacerlo en realidad, pues aún hoy la recuerdo con respeto y cariño. Más bien se ha ido transformando con el tiempo adquiriendo cierto aroma nostálgico. Se ha «romantizado».

En estos días pienso en Amory, en su periplo vital. Su recuerdo me traslada a otro contexto, aunque lejos queda ya la inocencia primordial de mis inicios en literatura. Viajo hacia aquellas tardes en que leía los primeros capítulos con ingenuidad y extraño esa sensación…, la de descubrir algo hermoso y retenerlo.

  
«The last light fades and drifts across the land ―the low, long land, the sunny land of spires; the ghosts of evening tune again their lyres and wander singing in a plaintive band down the long corridors of trees; pale fires echo the night from tower top to tower: Oh, sleep that dreams, and dream that never tires, press from the petals of the lotus flower something of this to keep, the essence of an hour.

No more to wait the twilight of the moon in this sequestered vale of star and spire, for one eternal morning of desire passes to time and earthy afternoon. Here, Heraclitus, did you find in fire and shifting things the prophecy you hurled down the dead years; this midnight my desire will see, shadowed among the embers, furled in flame, the splendour and the sadness of the world».
                                                
                               
                                   F. Scott Fitzgerald, This Side of Paradise 


«La última noche se desvanece y pierde a lo largo de la tierra, la baja y larga tierra, la soleada tierra de las agujas; los espíritus de la tarde conciertan sus liras y se pasean cantando en grupo quejumbroso por las largas avenidas de árboles; pálidos fuegos llevan el eco de la noche de una torre a otra: Oh, un dormir que sueña y un dormir que no fatiga, que extrae de los pétalos de la flor de loto algo que guardar, la esencia de una hora.

No volver a esperar el crepúsculo de la luna en este secuestrado valle de estrellas y agujas, porque una eterna mañana de deseos pasa por el tiempo hacia una tarde terrenal. Aquí en contraste, Heráclito, en el fuego y las cosas que pasan, la profecía que habías de lanzar hacia los años muertos; y esta medianoche mi deseo verá una sombra entre las brasas: retorcidos por las llamas, el esplendor y la tristeza de este mundo».


                                   F. Scott Fitzgerald, A este lado del paraíso