lunes, 30 de noviembre de 2015

Reflexiones al crepúsculo



Noviembre



Es tiempo de recogida y reflexión
Me digo al escuchar que golpea la puerta
El viento fresco de la montaña.
Tal vez viene para alentarme
A recoger los fragmentos
Que coseché hace tiempo.

Madruga mi voluntad
Para salir al paso de
Árboles desnudos, frías ramas y
Hojas secas que
Yacen inertes en el suelo pero que
En íntima comunión estrecha
Guardan aún restos vitales.

Se alejan ya, lentamente
En tácito retiro
Bajo mis pies.

En silencio contemplo
El húmedo ramaje
Que cubre el cielo
Florido tiempo atrás,
Ahora yermo

Es entonces cuando la soledad
Sale a mi encuentro
Y con frías manos
Abraza mi cuerpo

Camina conmigo y
Meditamos, me trae recuerdos
Pretéritos, me incita a inhalar
El aire mortecino y recio que
Golpea con fuerza
Mi pensamiento.
Susurra viejos motivos
Que ahora quedan
Hundidos en la húmeda tierra
De un pensar ruinoso.
Su gélido hálito me eleva
A abrirme camino entre
Pequeños ramos que quiebran
A los que prendería
De tener fuego en los dedos
Aunque es posible
Que en mí guarde
Vestigios de la última hoguera
Negros y agonizantes
Como leña que desprende
Sus últimas chispas.

Mueren ya, los dejo ir
En forma de versos
A la luz de un resplandor
Que desfallece…

Pero en el albor diurno
Despereza la voluntad
Tras una larga noche
De sueños estivales,
Emite el último bostezo   
Como una llamada lejana…















miércoles, 4 de noviembre de 2015

Como el hermano listo del rey Midas...


El miedo de perderlo todo en El año más violento              

 por Lluvia de Segovia



  
Interpretaciones Culturales, El año más violento
El paisaje invernal envuelve la historia que se narra en la película de J.C. Chandor: la nieve en los campos, las carreteras heladas, el frío que hace que los protagonistas se tengan que arropar con largos abrigos… Todo ello conforma una gélida atmósfera que nos hace sentir la hostilidad con la que han de lidiar los personajes. Así, la película transmite la sensación de inseguridad que uno tiene cuando cae preso de circunstancias adversas. El protagonista, encarnado por Oscar Isaac, se ve obligado a luchar con todas sus fuerzas para evitar que su negocio se venga abajo, manifestando así su debilidad. Esa vulnerabilidad se hace visible cuando la luz dorada de la mañana ilumina el pálido rostro del hombre de negocios, el de su esposa y también el de los trabajadores, mostrando lo indefensos que son cuando avanzan, a pie o conduciendo, en un mundo en el que en cualquier momento pueden recibir un golpe fatal, trayendo consigo heridas físicas y pérdidas materiales. Además, saldrán a la luz heridas morales, debidas a la dificultad de mantenerse al margen de la corrupción, de ser íntegro y justo.


Interpretaciones Culturales, El año más violento
La casa a la que se mudan el protagonista y su esposa parece estar en medio de la nada, y la sobriedad de su arquitectura y de la decoración hace que parezca un hogar vacío, sin vida.
A lo largo de la película, se exploran algunos recursos que ayudan a definir a los personajes, como el uso frecuente de primeros planos que hace que nos fijemos en la experiencia del protagonista, en su búsqueda de una salida del problema en que se halla. Al igual que le sucedía al protagonista de Inside Llewyn Davis, hay una serie de idas y venidas, un viaje para huir del fracaso que le pisa los talones. Buscando ayuda de distintas personas, intentando mantenerse fiel a su código moral, el protagonista no entiende las preguntas que le hacen: «¿Para qué haces todo esto?, ¿por qué quieres todo esto?». Estas cuestiones quedan en el aire, y la tensión que progresa lentamente otorga la oportunidad de reflexionar sobre ello. Él sólo tiene ojos para el lugar del que desea apropiarse, un almacén con depósitos en el muelle del río, clave para hacer que su negocio prospere. Desde ahí hay unas vistas impresionantes de la ciudad dorada de los sueños y del éxito, Nueva York.


Interpretaciones Culturales, Óscar Isaac
En los ojos serios del protagonista vemos cómo se tambalea la confianza de que pueda alcanzar todo lo que quiera, y aún más, hacerlo sin ensuciarse las manos. Sentado en su coche, se siente impotente al escuchar las noticias de los ataques a los camiones de su empresa. No puede ofrecer ninguna seguridad a la víctima de los ataques, y por eso, cuando escucha su confesión de vulnerabilidad, no puede más que decirle que está bien que se sienta así porque todos somos vulnerables. La música hace que la historia del protagonista adquiera dimensiones trágicas, y el espectador levanta la mirada junto con la cámara cuando va de un primer plano a una perspectiva desde un punto más alto, ofreciendo una visión de toda la carretera, más personas, vehículos, y de la ciudad a lo lejos…


A lo largo de la película, los colores claros de la fotografía crean una placentera sensación de paz y de suavidad, en contraste con la oscura realidad de la brutalidad de la que hacen uso los hombres. Pero aunque el color blanco hace pensar en la inocencia y la nieve es un manto que parece renovarlo todo, cuando finalmente es manchada por los oscuros líquidos de la sangre y del petróleo, no hay manera de cubrir la huella del precio que ha costado el éxito. La sombra de lo perdido oscurece la ganancia. 








domingo, 1 de noviembre de 2015

Inventemos una despedida..., finjamos que la tuvimos

reflexión, interpretaciones culturales«Y llega el domingo. Con la mente adormecida después de una larga noche, no consigo enderezar mi cuerpo; ni levantar las piernas, entumecidas bajo las sábanas. El despertar es raro, como un estado intermedio entre dos sueños. Mis ojos parpadean lentamente, observando la habitación. Casi a punto de cerrarse, los abro de nuevo. Y ahí está la mancha, sobre mi cabeza.  Ya ni me acordaba de ella. Qué extraña sensación volver a verla después de tanto tiempo. Y qué profunda desazón al notar el vacío en el silencio.

Parece que fuera a llover, sopla con fuerza el viento. Pero no llueve. Tan sólo amenaza el gris  del cielo. Así me siento al despertar, como una nube de recuerdos que no descarga. He acumulado tantos en estos años que no he podido darles salida. Pero, ¿cómo hacerlo si aún formabas parte de mi presente? Ahora me doy cuenta. No puedo rescatar ninguno sin que estalle la tormenta. 

Ojalá retornara mi yo infantil, ojalá renaciera aquel anhelo. Pero el rastro más cercano que tengo pasa por tu recuerdo. Entonces lo cotidiano se hacía ligero; fresco como una llovizna de verano que sorprende lejos de casa… y que al regresar vivifica la sensación de refugio. Con mis miedos ocultos bajo la manta y tus manías a los pies de la cama, cubríamos la mañana de pequeñas reflexiones. Lejos quedaba lo trivial bajo la luz de la persiana a medio subir.

Ahora recae sobre mí, no tan embellecido. Más próximo a atraparme, no consigo ir más allá de este momento. No consigo deshacerme de esta sensación de domingo».


Interpretaciones Culturales, Eternal Sunshine of the Spotless Mind



«¿A qué sabe este día?»,  me preguntaba un domingo al dar rienda suelta a mis pensamientos. Encontré varias acepciones en mi diccionario interpretativo, de entre las cuales había una en particular que resultó curiosa: sabe a «despedida». La semana echa el cierre y llega la última parada. Toda la vitalidad y energía de los días anteriores decae en una pereza y desazón que adormece el cuerpo y atonta la mente. La voluntad duerme la siesta, pero no la sensación de rutina. Es entonces cuando se echa en falta algo, no se sabe muy bien qué, pero algo que ayude a superar esa inquietud; tal vez una pequeña distracción, un detalle que marque la diferencia entre estar bien y sentirse bien. Surge de repente el deseo de encontrar un pequeño placer que le ponga a uno en sintonía consigo mismo. O dicho de otro modo, algo a lo que nos podamos sentir vinculados. Y la compañía de una película, de un libro o de la persona querida, se agradece.

En circunstancias similares me encontraba un domingo al reflexionar sobre la película que había visto la noche anterior. Tenía la sensación de que no había entendido nada, de que era tan rara que aunque la volviese a ver otras veces no la comprendería. Eso sí, los personajes me parecieron muy entrañables.




Interpretaciones Culturales, Eternal Sunshine of the Spotless Mind
Muchos domingos después y en plena relación, volví a ver Eternal Sunshine of the Spotless Mind. Esta vez, lo hice acompañada. El ambiente cálido y relajado en el que me encontraba me preparó para a sentir la frescura de una nueva interpretación. No se mostraba ya como una amalgama de escenas y situaciones que me costaba un mundo seguir. En esta ocasión, con la sensibilidad agudizada, atisbé la incipiente desconexión entre dos personajes cuya fragilidad escondían bajo una fina capa de hielo. Corría el riesgo de que esta se rompiera en cualquier momento pero ambos, dejándose llevar por el calor del momento, se adentraban cada vez más en el laberinto emocional del otro. Caminaban a tientas entre paredes inestables, movidos por una vaga curiosidad que incitaba a un encuentro tan fugaz como el destello que alumbraba los pasillos por los que discurrían vacilantes. «Y todo esto, ¿para qué?» me preguntaba afligida, mientras veía cómo se empujaban mutuamente al estanque del olvido. Guiados por un tímido entusiasmo, habían creado juntos un microcosmos, fruto de la complicidad y espontaneidad de un vínculo que se hacía cada vez más estrecho. Tan estrecho que ante la falta de movimiento para mantenerlo con vida, corría peligro de colapsar. Y fue así como, ante la inactividad y la monotonía, la relación fue perdiendo el pulso, hasta morir de hipotermia en manos de la aciaga rutina.  



Interpretaciones Culturales, Eternal Sunshine of the Spotless Mind


Después de contemplar este proceso destructivo durante dos veces (encuentro – ilusión – convivencia – monotonía – desgaste – cansancio), experimenté un abanico de sensaciones. Lo que hasta entonces había entendido por «rutina» adquirió un nuevo sentido. Miré a mí alrededor y comprendí lo que acababa de ver en la película: una versión de la rutina de la que ya formaba parte.



Me invadió la tristeza; aquella dosis de realismo me había conmovido. Y me dejé vencer por la inquietud. No me asustaba que algún día terminara la relación, lo que me apenaba profundamente es que se perdieran los detalles y características que la singularizaban: la peculiaridad de esas pequeñas cosas que sazonan el día a día.  

Guardo algunas en la memoria que hoy recuerdo con nostalgia. Aún conservan el esplendor de lo efímero, de aquello que hace olvidar (aunque sólo sea por un momento) la sensación de domingo.





Como apunte final, me gustaría compartir una canción que me hace recordar la película. Por la letra y la melodía encaja fielmente con lo que muestra: melancolía, nostalgia, recuerdo...