Highway
61 Revisited: por la autopista de vuelta a la universidad
Sentada en el sofá disfruto de
la suave brisa que entra por la ventana. Es tan relajante que incita a no
pensar durante un rato. Fuera no parece haber mucha actividad, tan sólo el leve
movimiento de las hojas. Hace una tarde apacible de mayo. Pero al decir esto
siento extrañeza… Mayo nunca ha sido un mes apacible. No al menos en mi época
universitaria.
Incómodo e inquieto se
resistía siempre a darme un momento de sosiego; se alteraba cuanto más se
aproximaba junio y me alteraba a mí, recordándome el sinfín de trabajos y
exámenes que tenía que superar. Era cruel conmigo. Pero gracias a mi astucia
conseguía burlar su recuerdo: flirteando con la música y el cine lograba
evadirme. Así es como hallaba pequeños tesoros como el que todavía me acompaña:
Highway 61 Revisited.
Suena la melodía de «Just Like
Tom Thumb’s Blues» en el transcurso de la tarde e irremediablemente viajo años
atrás, cuando me encontraba inmersa en la efervescencia de aquellos mayos. Los
paseos del metro a la facultad entre la nube de estudiantes excitados por el
fin de curso. Y por el sol. O las reuniones vespertinas para «repasar» la
materia que no había aprendido en clase. Por aquella etapa pasaba yo de
puntillas: tocaba el suelo, pero no lo suficiente como para dejarme llevar por
la corriente.
Vivía en la transitoriedad del
momento, no como partícipe del frenesí estudiantil sino como intérprete del
contexto en el que me movía. Lo sentía al tomar distancia y evadirme por medio
del arte. Así es como algunas etapas trascendentales han pasado a ser
recordadas: no como un conjunto de acciones relevantes sino por asociación a
obras artísticas.
Podría decir que los años
universitarios sirvieron de entrenamiento ―y de escaparate a la vez― para
aprender a interpretar con perspectiva. A distanciarme del contexto en el que
vivo para poder sentirme parte de él. Quizá sea esta una noción fantasmal del
presente, la de buscar un referente artístico que me ancle a la realidad, pero
la verdad es que me ha
servido para agudizar la perspicacia y tener una mayor
comprensión del mundo. O, mejor dicho, para darle sentido a mi mundo.
Estoy en mayo y echo de menos
aquellas tardes inquietas de mayo... Comiendo a divagar,mejor me retiro a
disfrutar de «Desolation Row». Creo que he escrito suficiente por hoy.
Comparto contigo esa sensación de escuchar una canción y volver atrás en el tiempo.
ResponderEliminarEs curioso cómo la memoria a veces graba emociones, y no hechos vividos. Y ahí está la música para transportarte en el tren de la nostalgia...
Buen texto!
PD: en el último párrafo, creo que querías decir comienZo, no comiendo