Caminos paralelos... Entre copas
Siguiendo
con el estilo propuesto en la entrada anterior, comenzamos con Sideways
(Entre copas). Complicada de definir, muchos espectadores la interpretan como
una comedia agridulce, otros como una road movie y algunos ―entre los que me incluyo― como un drama con toques de
humor. En cualquier caso, considero que se trata de una película híbrida,
difícil de catalogar por la mezcla de géneros y sensaciones que provoca, además
de la aparición de personajes entrañables y empáticos a los que me gustaría
conocer más allá de la pantalla.
Dedico esta infografía introductoria, o más bien ilustración, a presentar dos elementos
esenciales en esta pequeña joya del cine indie: el viaje y el vino. Nada extraordinario sucede, tan
solo el vagar de dos viejos amigos dando
tumbos por los viñedos de California.
A priori, nos
encontramos con una historia sencilla: dos tipos de mediana edad se embarcan en
un viaje de huida y desconexión de la rutina por la ruta del vino. Sin mayor
propósito que disfrutar de unos días de descanso, nos llevan de bodega en
bodega charlando y bebiendo. Entre copa y copa ―y tras una serie de
conversaciones genuinas― vamos descubriendo detalles que reflejan la naturaleza
de los personajes: sensible y reflexiva, por un lado, e instintiva y descarada,
por otro. Poco a poco vamos intimando con ellos, conociendo sus debilidades y
miserias, compartiendo experiencias cotidianas. En este sentido, nos
encontramos con una propuesta en proceso de maduración, como el buen vino.
Lejos de
casa y ante una rutina poco motivadora, viajamos con Miles y Jack: dos
caracteres opuestos pero entrañables que buscan una oportunidad de distracción
que despierte viejas sensaciones: pequeños placeres cotidianos como bálsamo
para la insatisfacción personal. El primero, introvertido e introspectivo,
trata de ahogar las penas al calor de un buen pinot. El segundo, extrovertido y
atrevido, quiere aprovechar al máximo sus últimos días de libertad antes de casarse. Sea del estilo que sea ― Chardonnay,
Syrah o Merlot de medio pelo ― trata de absorber hasta la última gota el amargo
elixir de una juventud que se aleja cada vez más…
El viaje promete.
Con estas líneas
como guía introductoria, se abre la opción para el que desee formar parte
de este periplo vinícola.
Aquí termina
el recorrido, por el momento. Hago un alto en el camino para degustar otros
vinos. Mientras tanto, aprovecharé para dejar que mis reflexiones maduren en la
bodega cinéfila.
¡Salud!
¡Salud!
Estoy de acuerdo, esta película es muy conmovedora... porque muestra el dolor y la frustración del personaje de Miles como si fuera una herida abierta, y al mismo tiempo, el viaje se presenta con las imágenes brillantes de los valles de viñedos y la ligereza del coche en la carretera.
ResponderEliminarMenos mal que se vislumbra la esperanza con el personaje al que conoce Miles, ya que con las personas sucede lo mismo que con las viñas, que es muy duro y difícil cuidarlas, pero cuando dan fruto, puede salir un vino maravilloso.
Es conmovedora, sí. En un primer momento parece una comedia fresca y ligera, pero según avanza la película se intuye la profundidad de la historia, la naturaleza de unos personajes doloridos pero empáticos.
ResponderEliminarEstá llena de detalles, como el personaje de Miles. Comparto contigo la analogía que haces sobre el dolor y la frustración como una "herida abierta". Parece que le resulta muy difícil salir de ese estado de decadencia constante, pero al final, sorbo a sorbo, va digiriendo ese malestar que le impide disfrutar de lo que tiene: talento para escribir, un amigo alocado pero entrañable, el vino, Maya...
Como bien dices, con las personas sucede lo mismo que con las viñas: hay que cuidarlas y mimarlas para sacar lo mejor de ellas. Cada una a su estilo, con su naturaleza característica, nos ofrece una visión particular de la vida. Depende de la copa con la que se mire...